La reforma sistémica de la regulación financiera y la alternativa internacional

02Mar09

Rules of the Game by OptiointhisPor Gabriel Mulero Clas, Esq.
Para IPEC

¿Es deber del estado intervenir o no? Esta pregunta se hace cada vez más irrelevante por las acciones que se están tomando a nivel gubernamental alrededor del mundo. Pero ahora lo que entra en cuestión es el próximo paso dentro del plan de reorganización financiera: La Regulación, una solución nacional e internacional.

Ante la aprobación del estimulo económico del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, podemos esperar que la crisis se apacigüe a corto plazo. La inyección monetaria promete reactivar la economía, pero $787 mil millones en una economía de poco más de $14 billones son centavos en el bolsillo. De este modo, no podemos esperar que este dinero, junto con los $750 mil millones en TARP del año pasado, sea suficiente para curar la herida norteamericana ni mucho menos la internacional. Aunque ya varios países han aportado con sus propias alternativas (Alemania ya lleva €80 mil millones en euros, Francia hará lo suyo con €26 mil millones y el bloque europeo lo ha llevado a €200 mil millones) su efecto como respuesta sigue siendo mínimo.

Entonces, ¿Por qué se molestan?  Porque, aunque el paquete no sea suficiente, por lo menos provee más tiempo para pensar en lo que verdaderamente se requiere para devolvernos al camino del progreso, una reforma sistémica.

Se pueden enumerar varios factores que dieron paso a nuestra situación actual, pero todos sabemos que el primer dómino en caer, cayó en el sector financiero. Cuando los deudores dejaron de pagar a principios del 2008, los valores que se habían creado en base a las deudas sin pagar cayeron y las casas financieras que las controlaban se vieron obligadas a soportar pérdidas. Pero estas eran tan grandes que algunas desaparecieron y las que se mantienen, lo hacen a duras penas.

Ingenioso error

Algunos dicen que los productos de inversión creados por estas casas eran tan complicados que nadie sabía en lo que se estaban metiendo, un argumento dudoso. Si bien es cierto que los productos son complicados, esto no significa que todos sean imposibles de comprender. Debe mantenerse en perspectiva que, por ingeniosos que fueron, el error fue dejar cabos sueltos que los hicieron tropezar, los mismos cabos que complicaron la situación.

Pero la esencia de este argumento apunta al epicentro del problema: la información, o la falta de ella. El problema principal de estos productos no era la complicación de los mismos. Algunos de ellos han sobrevivido y sus deudores aun siguen amortizando sus deudas. Se debe diferenciar los activos saludables de los activos tóxicos e investigar cómo es que los últimos infectaron la concordancia de los productos. Solo entonces se logrará conocer la causa a la cual se le deberá encontrar una solución.

Esta solución es la regulación. En el discurso público, el lenguaje que se ha utilizado ha terminado por polarizar las visiones según la ideología. Se habla de más regulación y menos regulación. Esto es un error. No se trata de crear más regulación, sino de implementar la ya existente y en los casos en los que no se puede aplicar regla alguna, aplicar los principios ya existentes a nuevas situaciones según surjan.

El mercado de valores se basa enteramente en la confianza y esta solo se adquiere según el nivel de información que se tenga sobre un valor. Mientras más información se tenga, más confianza habrá. Lo que sucedió con las titulizaciones hipotecarias y otros productos fue que el inversionista compraba productos que aparentaban tener un bajo nivel de riesgo mientras que la verdad era otra. El principio de que este inversionista debe tener a la mano la información necesaria para poder tomar la mejor decisión ya está, lo que falta es rescribir la reglamentación ya existente para regular los valores que ocasionaron el deterioro del sistema.

Gordon Brown by World Economic ForumEl argumento de Brown

Ahora bien, la pregunta que surge es si esta reforma debe surgir a nivel nacional o internacional. El Primer Ministro Británico, Gordon Brown, lleva meses abogando por la alternativa internacional. Su argumento principal es que esta es una crisis mundial y por lo tanto, la respuesta debe ser global. Sólo un organismo de regulación mundial tendría la capacidad de fiscalizar los productos que en las últimas décadas han trascendido las fronteras que ahora se desvanecen frente al fenómeno de la globalización. Además, una institución internacional deshace el riesgo de un país que intenta resolver sus problemas introduciendo alternativas proteccionistas que cerrarían las puertas del intercambio internacional de bienes y servicios del cual todos dependemos.

Viniendo de Brown, esta llamada sorprende más por su proponente que por su mensaje. Pero lo claro es que su argumento merece mayor estudio. Una institución mundial que se encargue de lo que ya hacen las superintendencias de todos los países donde se intercambian valores no es otra cosa que la centralización de todos estos esfuerzos y con esta iniciativa surgen todos los problemas de tal proceso.

No todos los mercados se encuentran al mismo nivel que las bolsas de Nueva York y Londres. Algunos corren valores que ni existen en otros. Las regulaciones son distintas en la mayoría de los casos con la plétora de agencias y documentación que cada reglamentación exige. Una reglamentación no es otra cosa que una ley y si pensamos nada más en las diferencias que existen entre los sistemas civilistas de derecho y los comunes, entendemos que crear una institución de esta magnitud requiere no tan solo de años de esfuerzo y dedicación sino de fondos que hoy en día no tenemos.

El rol de la institución

La verdad es que los mercados, aunque entrelazados, no son los mismos. Se requiere un nivel de flexibilidad un poco más alto a la hora de idear una respuesta global. Una institución internacional no serviría para regular el mercado, pero serviría de lazo entre ellos. Esta institución cumpliría con el requisito de ser una respuesta global sin que se intervenga con la soberanía de cada estado sobre sus instituciones financieras. No estaría ahí para regular el mercado, sino para proteger el principio rector presente en todos los sistemas: el flujo de información que permite la confianza.

También podría ser regulador de reguladores. En este sentido, la institución serviría de guía para las superintendencias nacionales encaminándoles en la dirección correcta, estudiando los distintos mercados y facilitando sus esfuerzos por reglamentarlos. Este rol institucional solamente existiría por opción de los mercados, pero serviría de primer paso para la centralización que otros abogan.

Sólo una institución que cumpla con estos requisitos sería viable en el teatro internacional. Es suficientemente flexible como para acoplarse a las distintas jurisdicciones donde se intercambian valores mientras que mantienen un espíritu institucional con verdadero poder de intervención sobre quienes necesiten de su apoyo.

Esta es la regulación que se necesita. Por un lado, debe haber una reforma a nivel nacional que redacte la reglamentación de manera tal que los males que explotaron durante el año pasado no se vuelvan a excavar de la tumba en la que los queremos a la vez que se provea una alternativa internacional que se asegure de proteger los intereses de los inversiones quienes cada día que pasa se diluyen en el marisma de la globalización.

Ambas fotos de flickr.com: #1 de Optiointhis y #2 de World Economic Forum con licencias de Creative Commons.



1 Responses to “La reforma sistémica de la regulación financiera y la alternativa internacional”

  1. 1 Marco

    Gabriel
    he encontrado muy interesante y claro tu artículo. Estoy de acuerdo en el planteamiento que haces de la crisis y en la forma en que señalas las arternativas de resolver este problema sistémico. Por tanto, hay que difundirlo.
    Hace un par de años vi La batalla por la economía mundial un documental del año 2002, de aprox 6 horas, que da cuenta del proceso económico del siglo XX. En él aparece Gordon Brown, cuando aún era ministro de Tony Blair, expresando los errores de una globalización que tomó un camino errático al hacer tabla rasa en el sistema y fijarse sólo en un patrón de precios. Además señaló que a la gente «se le había mentido», y que en algún momento sería necesario explicarle la verdad. Con esto se refiere al consumismo irreal que ayudó a crear los gigantescos desequilibrios. Sus palabras han sido bastante proféticas y no las he olvidado. Por eso fue emocionante para mí cuando en la primera parte de su discurso da cuenta del fin del «viejo Consenso de Washington», la ideología que defendía el FMI.
    Te invito a leer el artículo Algunas lecciones de la crisis financiera, y a seguir en contacto.

    Un saludo


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